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ENTREVISTA CON JAVIER NAVARRETE


AL OTRO LADO DEL ESPEJO

Entrevista realizada por Isabel Queipo

Más de tres décadas llevan celebrándose las Jornadas de Parapsicología que organiza Grupo Hepta y que fundó el padre Pilón. Esta cita con lo paranormal que, año tras año reúne a investigadores procedentes de campos tan diversos como el periodismo, la filología, la gemología o la quiromancia, recala en esta ocasión en el colegio Jesús María (Juan Bravo, 13). Allí, todos los lunes hasta el 16 de marzo, siempre a las 19.30 h., se imparten conferencias destinadas a quienes se interesan por adentrarse un poco más en el mundo del misterio, ése que no está tan lejos de nuestro entorno. Un botón de muestra lo puso el escritor Javier Navarrete el pasado 9 de febrero, a propósito de su último libro, “La magia del espejo”. En su ponencia, el autor desveló el modo en que todas las culturas, religiones y sociedades han atribuido durante siglos –y aún atribuyen- cualidades mágicas, místicas o sagradas a las superficies reflectantes. A partir de aquí, leyendas y mitos se entrecruzan en una red fascinante que convierte a un objeto tan cotidiano en un fascinante enigma al que recurrimos por vanidad o, simplemente, por el deseo de encontrarnos a nosotros mismos y conocernos mejor. Pero, tal y como nos revela el escritor en esta entrevista, no siempre hay que fiarse de lo que el espejo nos enseña...

NEXUS 2012: ¿Cómo llegaste a interesarte por el tema del espejo mágico? ¿En qué momento se convierte en el tema central de tu libro?

JAVIER NAVARRETE: Siempre me apasionaron las cosas que, bajo una apariencia banal, ocultan un profundo contenido simbólico y antropológico. Esto le ocurre al espejo. Aparentemente es un objeto funcional de uso cotidiano que no tiene misterio, y en realidad es todo lo contrario. Bajo esa presencia tan rutinaria se esconde un objeto que, desde los tiempos más remotos, ha pertenecido al ámbito de lo sagrado y de la magia por los portentos que posibilita. Publiqué un par de artículos sobre el tema, y después la editorial Zenith (grupo Planeta) me ofreció la posibilidad de escribir un libro, ya que ningún autor español había abordado este asunto. La idea me encantó, y así nació el libro “La magia del espejo”.

N. 2012: ¿Por qué se le han atribuido tantas cualidades mágicas o místicas al espejo?

J.N.: El primer espejo en el que el ser humano se vio el rostro fue, probablemente, el agua quieta de algún estanque como cuenta el mito de Narciso. Para diversas culturas, entre ellas la cristiana, el agua es el primer elemento de la creación, del cual surgen todas las demás cosas. El agua, por tanto, es un elemento sagrado que, al contenerlo todo, posee la clave del futuro. De ahí que los seres del agua, como las ninfas de la mitología griega, conozcan el porvenir y profeticen el futuro. Todos los valores del agua se trasladaron después al espejo sólido, confiriéndole su magia.

N. 2012: Parece que las civilizaciones más antiguas atribuían más cualidades positivas que negativas al espejo. ¿En qué momento deja de ser así y por qué?

J.N.: En tiempos antiguos, la principal aplicación del espejo fue, probablemente, la de adivinar el futuro. Tan marcada estaba esta preferencia que, en el Imperio Romano, a los adivinos se les llamaba especularii, nombre derivado de la palabra latina especulum, espejo. Y por aquel entonces adivinar el futuro era conocer la voluntad de los dioses, ya que la vida de los insignificantes mortales estaba diseñada por el capricho divino. De manera que la adivinación, y el espejo, eran sagrados, pues implicaba hablar con los dioses y conocer sus designios. Pero en las antiguas culturas politeístas había dioses buenos y malos, y todos podían desgraciarte la vida, de manera que este contacto con la divinidad no era obligatoriamente positivo.

De todas formas, cuando surge el cristianismo y comienzan a extenderse sus creencias, aparece una figura específica como emblema del mal: el demonio. El demonio representa la tentación y, a su vez, el castigo. Y, dentro de la moral que establece el cristianismo, el espejo pasa a ser el instrumento de la mujer vanidosa, que se complace en su propia belleza y se vuelve frívola, coqueta y propensa a la lujuria. Por eso en la Baja Edad Media, y propiciada por el gran poder que había alcanzado la Iglesia, se acuña la expresión de que “el espejo es el verdadero culo del Diablo”.

N. 2012: Parece que lo que muestra el espejo depende en gran medida de quién lo maneja, ¿es así?

J.N.: Lo es desde muchos puntos de vista. Por ejemplo, no todo el mundo tiene el don de ver en el espejo. Para eso están los cataptrománticos (del griego cataptrón, espejo), magos especialistas en el manejo adivinatorio del espejo. Ellos saben cómo prepararlo y a quién invocar, sean dioses o demonios. Pero, a veces, aunque sepan cómo preparar la sesión, no dominan la capacidad de ver, y tienen que utilizar mediums, es decir, personas que posean ese don. En la antigüedad era frecuente recurrir a niños y niñas que, por vivir aún en la inocencia, se les atribuía una mayor sensibilidad para las visiones. Los Veda, libros sagrados de los hindúes, afirman que las jóvenes que han alcanzado la pubertad son capaces de ver el futuro en una copa de agua. Con tanto intermediario entre quien consulta el espejo y quien interpreta las visiones, no es extraño que surjan falsos videntes que utilizan la cataptromancia para sus propios intereses. En el siglo XVI el caso del ingenuo John Dee y de su socio, el vidente Edward Kelley, constituyen uno de los más famosos ejemplos de engaño con el espejo.

N. 2012: Muchos mitos (el vampírico, por ejemplo) identifican nuestro reflejo con el alma. Quien carece de ella, como el vampiro, no se refleja. ¿Cómo surge esta identificación?

J.N.: El espejo permite al ser humano una de las experiencias más misteriosas: contemplarse fuera de sí mismo. El hombre primitivo sólo encontró una explicación ante ese asombro de contemplarse como si se hubiera desdoblado en dos: que la imagen reflejada en la que se veía reproducido no era otra cosa que su alma extrovertida. De ello se deduce la conclusión inversa: quien no tiene alma carece, por tanto, de la posibilidad de reflejarse en el espejo. De ahí que el conde Drácula, según su creador Bram Stocker, y otros vampiros desalmados, no se reflejen en el espejo.

N. 2012: ¿Por qué se temía –o se teme- a dormir con espejos?

J.N.: Como comprobamos cada vez que nos ponemos delante de un espejo, a nuestra alma le encanta instalarse en él. Ese desdoblamiento, en principio, no implica peligro alguno porque, cuando nos apartamos del espejo, la imagen desaparece y el alma vuelve a nuestro cuerpo. Pero hay momentos especiales en los que el alma está poco sujeta al cuerpo de su propietario, y la atracción de un espejo cercano puede arrancarla, llevándosela para siempre al otro lado. Uno de esos momentos es, precisamente, cuando se está dormido, situación en la que el alma puede salir del cuerpo sin que su dueño se dé cuenta, y quedar atrapada para siempre en el espejo.

N. 2012: ¿Es verdad que los espejos tienen cualidades energéticas? Si es así, ¿de qué manera nos afectan?

J.N.: Los espejos se “cargan” con facilidad absorbiendo la energía ambiente, de manera que, si han estado en lugares negativos o de dolor (por ejemplo, la habitación de un enfermo o moribundo), irradian esas vibraciones. Por otro lado, los espejos interfieren en la circulación del chi, esa energía universal que impregna todas las cosas y de cuya armonía, basada en el equilibrio del ying y el yang, depende nuestra salud y felicidad. Por eso, en las casas, hay que situar los espejos de manera que el chi no rebote o se pierda, permitiendo que circule positivamente como establece la disciplina del Feng Shui.

N. 2012: ¿Conoces casos de espejos malditos o embrujados?

J.N.: Por su afición a los hechizos y prácticas de ocultismo, la reina de Francia Catalina de Médicis pasó a la Historia con el apodo de La Reina Bruja. Y también pasó a la Historia la sesión de cataptromancia que realizó en el castillo de Chaumont, para averiguar en el espejo el destino que esperaba a sus hijos como herederos del trono de Francia. Fue el famoso mago Nostradamus quien manejó el espejo. Según los documentos que dan cuentan del hecho, en la reflectante superficie fueron apareciendo las figuras de los hijos de la reina Catalina, y cada uno de ellos dio un número de vueltas equivalentes al de años que reinaría en el trono de Francia. La profecía del espejo se cumplió.

N. 2012: ¿Se siguen usando los espejos hoy en día con fines adivinatorios?

J.N.: Se siguen utilizando, sobre todo en fechas señaladas como la Noche de San Juan o la de los Difuntos (Halloween). En el primer caso, la videncia está muy vinculada al deseo de las solteras por encontrar marido, y la tradición afirma que, esa noche, la impaciente podrá ver en el espejo el rostro de quien será su futuro esposo. En Halloween, el espejo se utiliza para invocar en él a los muertos, cuyos espíritus andan sueltos esa noche, dispuestos a desvelar el futuro a quien se lo pregunte. Hay que tener cuidado porque, a veces, es el propio Diablo el que se aparece directamente.

N. 2012: Si las leyendas urbanas cumplen la función de prevenirnos contra algo, ¿contra qué nos previene la de Verónica?

J.N.: La leyenda de Verónica, espíritu de una joven que murió desangrada y que se aparece en el espejo, se inspira en otras leyendas mucho más antiguas, como la del espíritu de Bloody Mary, María la Sangrienta, e incluso en el personaje de Lilith, primera esposa de Adán en el Paraíso según la tradición rabínica. En general, son relatos que reflejan la moral cristiana y penalizan a la mujer vanidosa y sensual que disfruta contemplándose en el espejo.

N. 2012: Aparte de la leyenda urbana de Verónica, ¿conoces alguna otra que implique espejos?

J.N.: Hay varias. Quizá la más conocida sea la que afirma que, mirando fijamente un espejo, verás en él cómo será tu muerte, sepelio incluido. Su origen también es muy antiguo, vinculado al templo dedicado a Ceres en la ciudad griega de Patras, en el cual había un manantial sagrado. Allí acudían los enfermos para saber si iban a sanar o si su dolencia les llevaría a la muerte. Hacían bajar un espejo hasta que tocaba la superficie del agua, y luego se miraban en él. Si se veían “muertos”, quería decir que su enfermedad no tenía remedio.

N. 2012: ¿Qué te sugiere la expresión “los ojos son el espejo del alma”? ¿Viene de ahí la antigua creencia de que al morir el alma puede escapar por los ojos?

J.N.: La expresión está relacionada con el tema del mal de ojo, es decir, la capacidad que tienen algunos de causar daño con la simple mirada. La intención expresada en los ojos delata el alma del envidioso, y su mirada lleva la ponzoña que causa el aojamiento de quien la recibe. Antiguamente, quien tuviera cualquier afección en los ojos, o estos fueran de un color muy claro o tuvieran cualquier otra singularidad, era tachado inmediatamente de aojador. También se creía, efectivamente, que, al morir, el alma podía abandonar el cuerpo por los ojos. De ahí viene la costumbre de cerrar los ojos del difunto en cuanto exhala el último suspiro, para que su alma no le abandone antes de tiempo.

N. 2012: En tu opinión, ¿qué vemos en el espejo en realidad?

J.N.: El espejo nos enseña muchas cosas sobre las que merece la pena “reflexionar”. Una de ellas tiene que ver con el mundo en general, y podría resumirse en la frase “la realidad nunca es lo que parece”. Las imágenes del espejo nos demuestran que puede haber otros planos de realidad, incluido el “fantasmal”, y que lo que creemos sólida objetividad, a veces no es más que apariencia. La otra gran enseñanza tiene que ver con nosotros mismos. Enfrentados al espejo, miramos a un extraño. Aunque sepamos racionalmente que se trata de nuestra imagen, cuestiona nuestra identidad, nos habla de su doblez, de su reverso. Si permanecemos un buen rato mirándonos, veremos que la imagen reflejada cambia, se transforma. Quizá quien existe de verdad es el que nos mira desde el espejo, y nosotros tan solo seamos su reflejo.