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La infancia de Jesús desde otro punto de vista



LA INFANCIA DE UN SUPERHOMBRE LLAMADO JESÚS
Entrevista con JAIME BARRIENTOS.

En lo referente a Jesús, los evangelios apócrifos muestran una infancia del todo sorprendente, donde el hijo de María y José (y Dios, por supuesto) empieza a experimentar con sus poderes divinos como lo haría un niño normal y corriente, cuyas “trastadas” incluían la aniquilación fulminante de algunas personas y, tras ser instado por sus padres, la posterior resurrección de las mismas.


Por Antonio Runa.

El periodista y escritor Jaime Barrientos ha estado cuatro veces en Irak, como corresponsal y con Mensajeros de la Paz, ayudando a niños con problemas de verdad, amén de otra suerte de ayudas humanitarias que este hombre es propenso a ofrecer. Además, es colaborador (CDM o no, eso depende de quién opine, y me temo que esta broma sólo la pillarán unos pocos) en diferentes medios, y entre ellos destaco la estupenda revista DA VINCI, donde en el mes de febrero se incluyó un reportaje suyo sobre la infancia de Jesús en el que Jaime acercaba al lector esa imagen de un niño Jesús muy próximo al Clark Kent de los cómics, sin tener todavía control sobre sus superpoderes y con una mente de niño perfectamente normal. Una combinación explosiva que me llevó a entrevistarle de inmediato sobre esa cuestión.
“Los evangelios apócrifos narran cómo Jesús, en su infancia, al enfadarse con otro niño, o incluso un adulto, se lo cargaba tal cual”, me cuenta Jaime, como quien no quiere la cosa. Ante estas declaraciones que podrían causar verdadero espanto en personas de firmes creencias católicas, nuestro entrevistado encuentra en mí a un oyente atento y casi pasmado.
“Luego tenía que venir San José a decirle que lo resucitara”, continúa diciendo, “para que la comunidad no fuera en contra de la familia”. “Algunas leyendas sobre Jesús que podemos encontrar tanto en los evangelios apócrifos como canónicos, ofrecen ciertas similitudes entre Jesús y el héroe que se convirtió en el dios asirio Gilgamesh”. “Este último personaje nació entre un buey y una mula, igual que Jesús, y si tenemos en cuenta la simbología del buey en los ritos iniciáticos de los egipcios y que tienen que ver con los ciclos de los signos del zodiaco, primero es el toro, o sea, Tauro, luego es Aries y finalmente, Piscis, que es cuando aparece la figura de Jesús”. “Por eso, los primeros cristianos de la Historia se reconocían entre ellos con el símbolo del pez, no con la cruz”.
En este punto le digo a Jaime que no me parece que el niño Jesús fuera consciente de su naturaleza divina, lo cual me hace dudar de si sus padres lo sabían o no. Debe ser complicado tener en casa a una personita con el poder de un superhéroe, pero cuya mente es la de un crío.
“Obviamente José y María sabían lo que tenían en casa, porque un ángel les avisó de que tendrían un hijo por obra del Espíritu Santo, al que debían llamar Manuel”.
Por supuesto, aquí tengo que interrumpirle. ¿Le tenían que llamar Manuel?
“Sí”, responde Jaime muy tranquilo, “eso fue lo que les dijo el ángel”. Pero, ¿Manuel, Manolo, de los Manueles de toda la vida? Jaime contesta: “Más bien Emmanuel, que quiere decir algo así como el deseado”. Mi entrevistado no está muy seguro, pero yo lo busco en Internet (no busco demasiado, la verdad), pero encuentro que viene a significar Dios con vosotros.
A mí que me registren.
“Además”, prosigue diciendo, “no era una familia pobre, ni mucho menos”. “José era conocido como el tekton, el arquitecto, porque en aquella época el carpintero era también constructor y suponía una importante fuente de ingresos (más o menos como hoy en día)”. “Así que la condición de pobre que siempre se ha tenido del Mesías y su familia, no era del todo exacta”. “Por otra parte, en la cultura judía de aquél entonces se analizaban todos los antecedentes con precisión milimétrica, de tal modo que si habías tenido un pariente con tendencias suicidas o enfermo de lepra, por ejemplo, podían incluso anular tu boda”. “Lo que quiero decir con esto, es que a María no le pusieron ninguna pega para casarse con un buen partido, como era José”.
Jaime Barrientos me cuenta, sin que yo se lo pregunte, algunas curiosidades sobre el tema, como el dato que afirma que si se recopilaran todos los santos prepucios que hay distribuidos por el mundo, se podría montar un tienda de campaña, o una arboleda de todos los fragmentos de la Santa Cruz, o una ferretería con los clavos de Cristo, resultado todo esto del tráfico de reliquias que ha existido desde siempre.
Yo le insto a volver al asunto del niño superhéroe, y sólo unos pocos ejemplos de la crueldad infantil salen a relucir, como cuando jugando con otro niño, Jesús se enfadó muchísimo por una típica niñería y le maldijo “a secarse como un árbol sin raíz, ni hojas ni fruto”, y en efecto, el pobre muchacho se secó por dentro completamente. O cuando fue empujado por un chico de su edad, y tras las palabras de Jesús “no seguirás tu camino” el otro niño cayó en el acto sin vida.
Por supuesto, en el artículo incluido en el número 15 de DA VINCI, que podéis comprar este mes en el kiosco, se dan muchos más casos de venganzas de este tipo, berrinches de consecuencias fatales, aunque también hubo otros sucesos más del tipo “servicio público”.
“Hay que comprender”, sigue hablando Jaime, “que sus padres le azuzaban a que enmendara sus errores, ya que los judíos eran rápidos en la excomulgación y la venganza, y no querían que sus vecinos se arrojaran contra ellos”. “De ahí que le obligaran a resucitar a todo el mundo que Jesús mataba”. “Si para los judíos ahora la filosofía es /por un ojo, mil ojos y por un diente, diez mil dientes/ como se ha comprobado en Gaza, puedes imaginarte cómo sería en esos tiempos pretéritos si corría el rumor que el hijo del carpintero iba eliminando a la gente por ahí”.
Se me ocurre que si él tenía estos poderes, ¿qué ocurría con sus otros hermanos y hermanas? ¿También eran “especiales”?
“Uno de los hermanos de Jesús, el llamado Judas Tomás, era también conocido como Dídimo, que significa gemelo”. “Algunos dicen que era sólo medio-hermano, por parte de padre, lo quiere decir que no eran hermanos de nada, porque Jesús era hijo de Dios, y por ello tenía esas facultades, aunque se tiene constancia que José aportó varios hijos al matrimonio”. “No obstante, al ser llamado Dídimo debemos pensar que, aún siendo bivitelinos en lugar de univitelinos, nacieron a la par del vientre de María, lo que plantea una pregunta importante: ¿Fecundó María un hijo con poderes y otro sin ellos?”. “Los evangelios apócrifos no explican nada de esto”.
En este punto, le pregunto a Jaime hasta qué punto son fiables esos evangelios apócrifos.
“Los evangelios lo que intentan es expresar las convicciones de aquella época”, responde mi entrevistado, “por eso quizá estas aberraciones de las que hemos hablado, con un niño caprichoso que mata sin pestañear, aunque luego resucite o no, que en dos ocasiones no lo hizo, no eran tan mal vistas en aquellos tiempos”. “Se trataba de dar una imagen de Jesús fuerte y autosuficiente, un ser poderoso que pudiera defender a su pueblo”. “Al ser el judío un pueblo trashumante, fueron cogiendo leyendas aquí y allá, tirando por tierra algunas creencias de pueblos que no les fueron simpáticos y adoptando aspectos de otras culturas más semejantes”. “Así, Belcebú, Señor de las Moscas, fue una transliteración judía de un dios cartaginés, por poner sólo un ejemplo”. “Y podría volver de nuevo a Gilgamesh, de quien ya te hablé antes, que empezó siendo un hombre, después pasó a ser un rey, luego un héroe, después un semidios y por último, un dios, y de los más venerados en Babilonia”. “A Gilgamesh le matan en un árbol con forma de cruz, atravesándolo con flechas fabricadas por completo en metal”.
A mí, en este punto, se me pasa por la cabeza pensar cómo Jesús, siendo un niño tan problemático, no causó un impacto más, digamos, internacional.
Y tal cual lo pienso, se lo pregunto a Jaime Barrientos, que contesta: “Porque en aquella época, los judíos pertenecían a la antigua Roma y eran considerados un pueblo de segunda, que no aceptaba los ídolos romanos y que no permitían que nadie adorase a su único Dios sin ser de procedencia judía, hasta que San Pablo vino a abrir las puertas a todos los demás”. “Lo que quiero decir es que, con los judíos de entonces todo quedaba en casa”.
Le pregunto si Jesús “salió a su padre”, al hacer gala de un comportamiento un tanto caprichoso, con venas de violencia intensa cuando no se cumplen sus antojos y vengativo en extremo. Y no hablo de José.
“Más que a Dios”, empieza diciendo Jaime, “es cruel a la manera de los niños, que pueden ser egoístas puros y no tienen conciencia de su propia identidad, Jesús es envidioso y no reconoce el mal que puede provocar, porque sólo es un crío”. “No tiene una visión objetiva de lo que es la muerte, y como tiene el poder de vencerla a placer, la subestima totalmente y mata, claro, como reacción frecuente cuando es contrariado”. “Lo más grandioso de Jesús, al menos para mí, no es que fuera hijo de Dios, sino que todos fuéramos hermanos”. “La Iglesia Católica pasa de puntillas ante ese hecho de que todos somos hermanos, porque entonces no habría propiedad privada ni superioridad, lo que, en vista de las posesiones de la Iglesia, no puede ser aceptado en modo alguno”. “Por no hablar que, sin superioridad, la figura del Papa no tendría sentido”.
Jaime hace una pausa y se desvía por derroteros francamente peliagudos.
“Y hablando de la Iglesia”, dice, “no sé si te has fijado que desde que tienen banco, el Padre Nuestro ha sido ligeramente cambiado”. “Ya no es /perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores/ sino /perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden/”. “No es un cambio hecho para mejorar la oración, sino para no entrar en conflicto con los intereses de sus entidades bancarias”.
Ya, los bancos son poco propensos a perdonar deudas, la verdad.
¿En que momento Jesús empieza a tener conciencia de sus objetivos en la vida? Esta pregunta se la formulo a mi entrevistado, intentado dejar atrás a ese pequeño monstruito con superpoderes y a ese gran monstruo de otros poderes, procedente del Vaticano.
“Bueno, muchos estudiosos dicen que volvió cambiado de la India, y otros que en su viaje familiar por Egipto, el niño Jesús quedó prendado de los conocimientos coptos acerca de gran variedad de materias”. “Y de hecho, los primeros cristianos brotaron de Egipto, mucho antes que los judíos, los cuales consideraban una blasfemia que Dios tuviera un hijo”.
Y por último, le pregunto a Jaime Barrientos quién es Jesús para él.
“Para mí lo que vale es que Jesús fuera un hombre, muy especial, pero un hombre a fin de cuentas”. “Lo mismo piensan de él los musulmanes que, aunque no creen que Dios pueda engendrar ni ser engendrado, consideran a Jesús un profeta justo y valioso al que respetan profundamente, aunque después de Mahoma, por supuesto, que para ellos es el gran profeta de los grandes profetas”. “Lo importante es el mensaje de Jesús: Que nos amemos como él nos amó, que somos todos hermanos y debemos perdonar”. “Obviamente, en la España católica de Franco, me meterían en la cárcel de inmediato o me fusilarían por decir estas cosas, y unos siglos atrás, ya estarían buscando leña y un buen poste al que atarme para después pegarme fuego”.
Y aunque continuamos hablando sobre otras cuestiones, la entrevista más o menos muere aquí. Sólo decir que en esas otras Españas, seguramente guardarían otra bala para mí o mi poste estaría junto al de Jaime Barrientos. Bueno, morir con buena gente, es mejor que morir con algunos que yo me sé.