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¿Cómo se hace un programa de radio?



Este mes: ESPACIO EN BLANCO.

Por Antonio Runa.

Empezamos esta sección “Cómo se hace un programa de radio de misterio” nada menos que con el mítico programa Espacio en Blanco, dirigido por uno de los primeros espadas de la divulgación del misterio en este país, cómo no, Miguel Blanco, en el aire desde RNE todas las madrugadas de viernes a sábado y de sábado a domingo, de 2:00 a 4:00. Desde Nexus MMXII esperamos hacer lo mismo con otros programas de radio dedicados a estos temas, y, de hecho, ya hay más o menos acordado un par visitas a otras dos emisoras.

LLEGANDO A RNE.

Madrid. Madrugada del sábado al domingo 15 de febrero de 2009.

Antes de nada, debo decir que la nuestra no fue una visita programada y, por tanto, no hubo tiempo de disponer ninguna medida especial por parte del equipo de RNE, que se topó con nosotros “sin comerlo ni beberlo”. Una aparición sorpresa que vino a trastocar ese ambiente intimista y cercano que se presupone debe haber dentro de una edición típica de un programa de radio emitido de madrugada. No obstante, debía haber algún evento grande a esas horas, pues había mucha gente reclamada en varios sitios a la vez, circunstancia que propició una de las anécdotas de la noche, que contaré más adelante.

Debo aclarar que hablo en plural, porque mi novia estuvo junto a mí en esta visita, así como un buen amigo de la página amiga Foros del Misterio (en donde participo con asiduidad y donde ya colgué una crónica casi idéntica a ésta).

Para empezar, La Casa de la Radio es un edificio considerable, mucho más intimidante por dentro que por fuera, con todas esas enigmáticas salas cuyas puertas nos encontramos cerradas. Casi asusta hacerse a la idea del enorme estrés que debe vivirse por esos pasillos en horas diurnas, con cientos de personas trabajando a la vez. Pero a las 0:00 más o menos, hora a la que llegamos a La Casa de la Radio, ya en domingo pero con la sensación de que todavía es sábado, se agradece que el ambiente sea mucho más relajado y satisfactorio.

Todo el mundo nos trata con amabilidad y se ofrecen a traernos cafés, refrescos o lo que nos apetezca. Un trato que nos agasaja completamente; más aún después de cierta desidia por parte del servicio de un restaurante del que acabamos de venir. Pero ésa es otra historia.

Miguel Blanco aparece de improviso, sin permitir, aunque por puro azar, que le esperemos demasiado. El director de Espacio en Blanco abraza efusivamente al invitado de esa noche, por el cual estamos ahí (no es acertado decir que “nos coló”, pero casi), el gran periodista, mejor escritor y aún mejor persona, Eric Frattini. Tras las presentaciones, da sendos besos a Isabel Queipo, la colaboradora del suplemento de El Mundo, Metrópoli, y novia de toda la vida de un servidor; luego firmes apretones de mano a Hugo Frattini, hijo del autor de “El Laberinto de Agua” y “CIA, Joyas de Familia” entre otros muchos, y luego a Nagra, compañero de FDM, y a mí.

Lo primero que nos muestran es la sala de edición, el puesto de trabajo de Mark Gasca (que por cierto, me pidió que dejara claro que es un tío, porque muchos le han tomado ya demasiadas veces por una chica; debido a que su nombre y apellido pronunciados muy rápidamente pueden dar lugar a ese error). Inmediatamente se ponen a trabajar. Miguel y Eric se meten en uno de los estudios y graban del tirón varios cortes de la sección “Alto Secreto”. Nosotros asistimos a la grabación desde dentro de la cabina de control. Podemos ver desde el enorme panel de cristal cómo Miguel realiza indicaciones con la mano, que Mark Gasca interpreta correctamente, colocando una melodía de fondo o poniendo la introducción del momento. En varias ocasiones, Mark realiza operaciones en el ordenador, y su vista pasa de un monitor a otro de los tres que tiene sobre la mesa; sube o baja controles de sonido y se comunica con “el jefe” mediante manos alzadas y dedos índices señalando hacia arriba. En todo momento, la situación está controlada. Se terminan de grabas esas secciones y todavía queda tiempo para que sean las dos de la madrugada.

El verdadero Espacio en Blanco, vivido en el más absoluto de los directos por nuestra parte, todavía no ha empezado.

SIMPLEMENTE, MIGUEL

Miguel y Eric vuelven a reunirse con nosotros. El director del programa nos obsequia con unos breves momentos de trato personal. Le contamos quiénes somos, a qué nos dedicamos y ponemos algunos temas sobre la mesa de carácter más o menos personal. Salen chistazos facilongos y todo el buen rollo que exige la situación, pero éste surge de modo completamente espontáneo, sin forzarlo. Aprovecho el momento para decirle a Miguel que tiene que encontrar algún momento para dejarse retratar con los chicos de FDM, y, ya puestos, le digo que ese momento es ahora mismo. Casi le levantamos de la silla en la que estaba apoltronado y lo ponemos debajo de un foco. Intuyo que no es muy amigo de las cámaras (al menos, a la hora de situarse delante del objetivo), pero se deja hacer. A cambio, y medio en broma, nos dice que alguno debe hacerse cargo de atender las llamadas que se reciban durante el programa. Al principio nos mostramos serviciales, pensando que la cosa no irá en serio, pero rápidamente nos damos cuenta que realmente les falta gente, así que mi chica “se pone al aparato”, tras las pertinentes instrucciones. Con concurso de libros en marcha, y con la intención de hablar sobre el mismo durante la propia edición, se prevé que haya un alubión de llamadas. Y aunque nos suena exagerado, nos da un poco igual, Isa se muestra encantada. Además contará con la compañía inestimable del estupendo Hugo, el padawan de Eric Frattini (ellos saben por qué utilizo este rango). Así que si llamaste al programa ese día, mi novia fue quien atendió tu llamada, quien apuntó tu pregunta o te tomó los datos para el concurso de los libros.

Todo ya está a punto de caramelo.

Aún así, Miguel tiene que hacer un cameo en el programa que precede al suyo, y para ello, nos acompaña hasta otro estudio más amplio, iluminado y lleno de gente. Cuando vuelve, lo hace con unas cuantas latas de refrescos para nuestros resecos gaznates. Por supuesto, atacamos las bebidas de extractos como leones sedientos.

Lo siguiente es meternos en una sala de redacción, donde el jefazo y su nueva ayudante se encargan de una logística que, desafortunadamente, tampoco pudimos comprender del todo. Había un mazo de CDs musicales que, supusimos, serían los encargados de poner banda sonora a la edición de la noche, pero estuvieron abstraídos durante demasiado tiempo con los ordenadores y los teléfonos como para que sólo se tratara de eso. Como no queríamos entorpecer su labor, tampoco profundizamos en esa faceta de la realización. Por supuesto, un programa así no sale de la nada en una sola noche, sino que se trabaja en él durante varios días, pero comprobamos que en las horas previas hay que verificar que todo en está donde debe estar. Ni Miguel, ni su gente paran un segundo, el tiempo se les echa encima sin que ellos noten la presión. Hacen su trabajo con una soltura tal, que parece que sea fácil, a pesar de que el tiempo es un factor simplemente esencial.

Miguel se muestra como un jefe funcional, centrado y práctico, sin excesos de autoridad y con una energía propia de un veinteañero (y además, sus pantalones me encantaron, ideales para salir de marcha por el barrio madrileño de Malasaña).

Entramos por fin en el estudio de Espacio en Blanco. Es la hora de las noticias. El ya mencionado Nagra y yo ya estamos ahí dentro, sentados en un lateral de la sala, en mitad de la penumbra.

El momento clave está a punto de empezar.

ESPACIO EN BLANCO EN EL AIRE

Debéis entender qué sensación más extraña supone escuchar esa clásica introducción “sólo cuando el túnel está en la más absoluta oscuridad…” dentro del estudio de grabación, a sólo dos metros de Miguel Blanco y su invitado, como ya hemos dicho, el enrollado Eric Frattini. Cuando las luces rojas que indican que estamos en el aire se encienden y la voz de Miguel saluda al personal, el hormigueo de nuestros estómagos se acentúa todavía más, si cabe.

A partir de aquí, las indicaciones de Miguel son constantes, alza la mano o hace movimientos rápidos para indicar al realizador cuándo entra, cuándo mete música o cuándo debe introducir un hilo musical de fondo. Más o menos como antes, cuando grabaron la sección Alto Secreto, pero en esta ocasión, nosotros estamos ahí. Si hubiéramos tosido o estornudado, lo podríais haber escuchado en directo (o luego, a través del programa descargado en algún podcast). Aún así, actuamos todo lo profesionalmente que nos podemos permitir, intentando que se olviden de que estamos ahí.

No obstante, no paramos de movernos de aquí para allá, haciendo fotos desde todas las perspectivas, agotando la memoria de la tarjeta de la cámara, porque esto lo merece. Por supuesto, sólo elegiremos unas pocas para el artículo que recojan el momento, pero hacemos toda suerte de combinaciones de flash, sin flash y agotando todas las posibilidades de la tecnología existente.

El estudio tiene una luz tenue y cálida, que permite una cierta comodidad casera. Y un par de enormes velas, ya gastadas por el uso, le otorgan un ambiente ideal para un programa de esta naturaleza.

Debo decir que entre tanta fotografía, apenas me enteré de todo el asunto del conflicto armado que se tocaba en el programa, y sólo cuando entró en juego el espionaje y el terrorismo, con los asuntos turbios del Mossad al descubierto, nos sentamos en las múltiples sillas que había en el lateral oscuro del estudio. ¿Quién puede abstraerse cuando se está dando toda esa inquietante información?

Aún así, volvemos a darnos cuenta del sentido del humor de Miguel Blanco, quien hace comentarios de humor negro y hasta suelta algún taco que otro en cuanto no está en el aire; como cuando Frattini se embala y él le recomienda que beba un poco de agua y se tranquilice, momento en el que aprovecha para decir que es un poquito cabrón, y que va a contarle todo el programa en dos minutos.

A partir de aquí, la sesión de fotos acaba del todo, y nos limitamos a disfrutar del programa, como vosotros ya habréis hecho o deberíais hacer, pero sumergidos en su mecánica oculta, viviéndolo en persona, saboreando su parto en directo.

Mientras, mi novia no se despega ni un solo segundo del teléfono, apuntando sin parar cada vez que miro hacia la ventana de su pequeña salita. No me pareció que el programa padeciera de esa mala salud que algunos han dicho por ahí, la centralita estaba a punto de estallar de llamadas. No sé por qué se ha divulgado semejante rumor.

RESUMIENDO, QUE ES GERUNDIO

Y a partir de aquí, podemos decir que la magia se mantiene hasta el momento en que la entrevista con el invitado del día finaliza. Todavía queda una llamada a Sudamérica para hablar de un segundo asunto, pero tenemos que irnos y el propio Miguel nos perdona por no poder hacernos mucho caso a partir de ahí.

La sensación de haber experimentado un evento completamente onírico me acompaña a casa y cuando me meto en la cama.

Al día siguiente las cosas son distintas, me doy cuenta que he visto una cosa que muchos querrían ver, pero pocos lo han hecho. No ha sido la edición de un programa que estaba previsto hacerse con público, sino un auténtico Espacio en Blanco en el que nos colamos como fantasmas.

La vivencia ha sido maravillosa.

Un saludo a todo el equipo, que fue fantástico con nosotros en todo momento y otro a Foros del Misterio.